Alejandrina Benitez

Buscando a Dios

Dó se oculta  ese Ser omnipotente
que rige de los mundos la armonía?
Le busca en todo con ardor mi mente;
Le busca en todo ansiosa el alma mía:

Le busca en el bramar de la tormenta;
del Océano en las olas encrespadas;
de la tarde en la luz amarillenta;
del torrente en las aguas desatadas:

Le busca al relucir un bello día;
de la luna en los rayos tembladores;
del viento en  la silvestre melodía;
y en el perfume de las puras flores:

Le busca entre las dudas horrorosas,
que agitan sin cesar mi pensamiento:
 ¡en mis noches de insomnio dolorosas
le llamo con profundo desaliento!

Lloré y gemí: mi voz enronquecida
en los ecos del templo resonaba;
¡ pero el Autor eterno de la vida
Sola conmigo misma me dejaba!

Recorrí  delirante las llanuras;
a la cumbre, subí de alta montaña; 
y allí, imploré al Señor de las alturas:
al que consuela siempre y nunca engaña.

¡Sólo vi el huracán!, raudo,  iracundo,
bajar el rayo en giros turbulentos;
en sus ejes temblar medrosa el mundo
y en combate infernal los elementos.

Perdióse  el cielo entre la bruma oscura
que encapotaba al tenebroso día;
llegó la negra noche y su pavura
dobló del huracán la furia impía.

Y, de ese caos en el horror sublime,
medité,  con el ánimo sereno,
cuando parece que la tierra gime
al retumbar lejano el sordo trueno.

Y fresca, sonrosada y apacible
cual doncella de puro pensamiento,
salió la Aurora, y me encontró impasible
como estuve impasible al recio viento:

Que era más fuerte el delirar insano,
que atormentaba el pensamiento mío;
¡del alma, que a su Dios buscaba en vano,
más profundo y cruel el desvarió!

Si te imploré, Señor, a cada instante;
si no negué piedad al mal ajeno:
si en perdonar agravios fuí constante,
¿por qué en mi cáliz encontré veneno?

¿Por qué falto el encanto de mi vida?
¿Por qué en tinieblas densas me dejaste?
¿Por qué tan crudamente he sido herida?
¡Por qué, por qué, mi Dios, me abandonaste!

Cuando tu Sol se eleva en el oriente;
cuando toca al cenit su carro de oro;
cuando en el mar esconde se alma frente,
en soledad profunda triste lloro;

naturaleza ofrece a mi mirada
de su libro inmortal las bellas hojas;
con su grandeza mido, exasperada,
de mi dolor las míseras congojas;

comparo de ese mar la inmensa fuerza;
de eso mundos el mágico concierto
y de esos astros la eternal belleza
con este corazón mustio y desierto:

Y te imploro, Señor, en mi demencia,
¡por qué mi fe se pierde en un abismo,
al contemplar tan pobre la existencia
del Ser que hiciste a imagen  de ti mismo!

Descienda sobre mí tu sacro aliento;
sienta que existe el Dios a quien adoro:
Ven y rige mi propio pensamiento;
ven y recibe mi angustioso lloro.

Este amargo y continuo pensamiento
va secando las fuentes de mi vida:
¡El que no tiene paz, ni halla contento,
es planta por los vientos combatida!

Sólo que puede ampararla el Infinito;
El que es de amor eterno manantial;
¡Dios de bondad, escucha  Tú mi grito,
Ábreme ya tu seno paternal!

Ya te siento venir… rasgóse el velo,
que puso  a mi razón hado enemigo…
Ya te siento venir… se abrió tu cielo:
¡Señor del universo, te bendigo!



Datos Biograficos:

Nació en Mayagüez P.R en el 1819 y falleció en el 1879. Obtuvo matrimonio con Rodulfo Gautier el 12 de abril de 1848. Tuvieron un hijo José Gautier Benítez, la cual fue un gran reputado poeta. Colaboro en la publicación del aguinaldo Puertorriqueño. Escribió un poema llamado “La Patria del Genio”. Sus obras más reconocidas fueron “Al Cable Submarino de P.R”,  “A la Estatua de Colon en Cadenas”, “A Cuba”.